Se puede observar la insistencia en decir que era el vestido de la clase humilde. Lady Mallet anota el vestido como cosa “que usaba la gente de servicio”*; era especialmente el vestido de las niñeras que amamantaban a los niños de la familia. El vestido era generalmente blanco. Las lavanderas y cocineras usaban pollerón de zaraza de tintes morados y acostumbraban a mantener labores especiales bordadas, otras marcadas con talco.
Cuando Reclús escribe y se refiere al pueblo, no habla de la clase alta: “las mujeres llevan el antiguo traje de las criollas” ¿Quiénes eran las criollas para Reclús? ¿la española nacida en América? ¿La nativa perteneciente a la alta sociedad?
Andrés Baleato y Theodoro Mallien, confirman que su uso fue permanente entre la clase popular. Era pues la pollera, traje y atavío del folk; en esto está su virtud y su fuerza, su continuidad y permanencia.
El pueblo le da su vigor y fuerza y espíritu, la creo y la impuso en la comunidad. Hoy las damas de la alta sociedad visten la pollera en grandes fiestas con el mismo orgullo con que la viste la poblana en los campos apartados de nuestro país.
*Revista Lotería N°20 de 1967